La ciudad de Kafka, la cerveza, el teatro negro y el cristal. Praga es una belleza mayor llena de vida.
La República Checa, centro de la Europa medieval, rodeada por Polonia, Eslovenia, Austria y Alemania, es un destino único y sin lugar a dudas imprescindible en la agenda de todo viajero, tiene el romanticismo, la historia, la cultura, castillos y ciudades que son patrimonio de la humanidad, la Ciudad Dorada como punto de partida hacia varias excursiones y visitas fuera de serie.
Cada hora en la zona más concurrida, la plaza histórica de la Ciudad Vieja, se congrega una multitud para ver el canto del gallo, en lo alto de la torre se puede ver el reloj astronómico una reqliquia mundial, salen de diferentes huecos marionetas, música y movimiento para dar la hora en punto. La plaza tiene 2 partes, es enorme y desde ella se llega andando al puente de Carlos, La torre de Pólvora, el Castillo, la calle Paris, para llegar al Josefow la judería con el cementerio y museo judío de Europa. Esta zona es un tesoro arquitectónico, antiguo y romántico que invita a paseos tranquilos y devorar todo lo que sea posible con los sentidos.
Esas antiguas calles empedradas, trasmiten historia y te traslada a otras épocas, la música en el puente de Carlos, también aporta ese toque medieval, mezclada con jazz en otra esquina, pero siempre con esos toques de flautas y guitarras de otros siglos. Praga es una ciudad bohemia no sólo por el cristal sino por su gente y su ambiente, es como vivir un cuento de hadas en unos días maravillosos.
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